Imitando viajeras golondrinas
desde allende los mares emigraron,
anhelantes de auroras cristalinas
en el suelo argentino recalaron.
Relegados quedaron los blasones
por el brusco y forzoso desarraigo,
mas tenían sabidas la lecciones
que dio Cristo en la Cruz de su Calvario.
A partir de ese instante comenzaron
a cantarle mil odas al progreso
y en la diaria labor siempre ofrendaron
sus esfuerzos y frutos como un rezo.
En el viaje final a las estrellas
arribaron abuelos peregrinos
heredando sus hijos las más bellas
virtudes que iluminan el camino.
jueves, 5 de junio de 2008
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