sábado, 31 de mayo de 2008

Poema de Gratitud

Gracias, Señor:
por la belleza imperfecta del arte que imita la Belleza absoluta,
por compartir con los trigales la lluvia vivificante,
por compartir con el huerto el aire casto que perfumado se hace brisa,
por el ave que sufre el encierro y sin embargo canta,
por las aves que cantan sin penar encierro,
por el gallo que pregona el alba y no sabe de horarios,
por el remoto trajín de jinetes y tacuaras en las cuchillas de la patria chica,
por los héroes y lauros de la patria grande,
por las maderas y bronces que cantan con brío las glorias eternas,
por las voces que inundan la casa y se adentran muy hondo en el alma,
por las voces amigas y las otras voces,
por los que junto a nosotros entonaron un himno a la vida y luego se fueron en busca de un reino de luces,
por las olas bravías del mar que en la playa se aquietan,
por el singular deleite que brinda la forma Sonata,
por las otras formas,
por sus artífices,
por la sonrisa y su calidez inagotable,
por mi tablero de ajedrez y sus bravas legiones,
por el grato presente y la viva esperanza de otra mañana,
por el reposo en la hora sin sombra y por la sombra,
por mi tez trajinada y mis cabellos canos,
por los que usan la palabra sin falsear la verdad,
por el lejano rumor de cuna que en mí perdura,
por los poetas y literatos,
por el listado infinito de dones que omito anotar,
por tu lección de Amor, Señor, siempre renovada.

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