martes, 3 de junio de 2008

Palomita blanca

Fatigó la tarde y quedó posada
en la rama frágil que la brisa mece.

La noche cerrada la vistió de negro
y quedó dormida. Sólo un instante- para ella
eterno - de ausencia de luces y voces extrañas.

La bella no sabe de tiempos y horarios;
de climas y penas aunque esté penando.
No sabe que posa para la poesía,
ni que con el alba le vuelve el ropaje
tan suave, tan níveo.

Y con el murmullo de agreste follaje
reanuda su vuelo, palomita blanca,
con giros de danza , para mi poema.

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